FIDENOVELAS-Pequeñas Historias de Flamencos. 1ª entrega: En el tabanco


EN EL TABANCO 

-Aquí ponen las copas de vino más escasas, pero viene gente.
Jorgito era un hombre de baja estatura, manos pequeñas, pero de movimientos humeantes, y más todavía cuando se escendía uno de esos puritos de importación. De un chispazo pegó una zancada e hizo una señal de avance al grupo de amigos con pinta de ser del norte de Europa,inquietos por donde ir.
-Buenas noches, ¿podemos pasar? Dijo Jorge.
-Buenas noches, ¿que toman? Dijo el camarero.
-Jorgito haciendose el Sueco añadió-venimos pronto ¿verdad?
-Acabamos de abrir hace rato, pasen.
Inclinando la chepa avanzo hacia la sala y tras el, el corro de amigos le seguia.
Al ver a el guitarrista solo, cambiando una cuerda de su curvoso aparato musical, Jorgito compañía se sentaron, sermoneando un buenas noches al unisono.
El guitarrista Gregorio de Chevilla se le veía muy interesado por acabar el trabajo sucio, hizo eco al sermón de los recién llegados y rápidamente se adelantó a la pregunta que en ese preciso momento a él le mortificaría.
-¿Que tal estamos?
-bien.aquí un ratito...dijeron todos salteadamente.
-Eso es bueno. ¿A pasarlo bien no?
-!Claro claro!, dijeron todos corografiando un si con la cabeza.
-Mientras el guitarrista afinaba las cuerdas el camarero ábido, arrimosé a los primeros clientes de la noche.
-¿Que toman?
-Haber chicos, ¿que quereis tomar? Dijo Jorgito soliviantándose del silencio acumulado en la sala.
- Agua.
- ¿Agua?. Replicó Jorgito abriendo de repente sus ojos.
-Agua.
-Vale vale...yo un Whisky.
-Vino.
-¿Una botella?.Pregunto el osado camarero haciendo vista preliminar de el resto de los paisanos.
Los que quedaban se miraron entre si, y luego, uno de ellos votó por todos.
-Sí, una botella de tinto, Rioja porfavor.- Media vuelta dió el camarero encarando hacia la barra del antiguo tabanco,pero no sin antes cruzar mirada con el músico añadiendo un rayo de prisa con los ojos. Mientras la gente iba llegando, el colmao adquiría su personalidad, las mujeres con sus maridos, maridos con sus amantes, corros de hombres con sombrero, mujeres sonrientes, y todos ellos empuñando una copa dispuestos así a pasar una larga velada de tertulia, pues la llegada del Otoño acontecía prematuro en el pueblo de La Alameda, donde se ejercía la compra y venta de ganado y tierra fértil para los pastos.
De repente se oye una voz fuerte y segura diciendo: silencio que va a tocar Gregorio por Soleá. Este comenzó dando tres porrazos a las cuerdas que sirvió para llamar a la atención del publico que hallabasé en la sala, luego hizo alarde de largos paseos en el compás y en cuanto logró picotear con sus dedos de su mano acompañado de una melodia grave pulsada por el dedo pulgar los allí presentes vieron a un hombre hablar sin mediar la palabra, aquel hombre sin mover un solo musculo de su lengua dio cuenta de temas profundos y tratados con nobleza. Otro golpetazo en seco le sirvió al interprete de impulso para un merecido aplauso de los allí presentes e inclinando levemente la cabeza dijo- Gracias.
El gentío volvió otra vez a la carga en sus conversaciones. El tocaor se levantó y obserbo a una mujer.
- Mu` bien, mu´ bien,dijo Macarena.
- Hola hermosura, como te vá la vida?
- Tirando. acercandose y en susurro dice.- tengo un futuro negocio que, primo...como salga te llevo a las Alemanias, a las Rusias y si te pones firme, Polo Norte.
- ¿Polo Norte?
- Polo Norte; guiñandole un ojo
- !Pero allí hace mucho frío Macarena!
- tu te vas al Polo Norte conmigo y se acabó, tapate y ya veras que calentito.
- De escándalo; añadió Gregorio.
con una palmada en la espalda le dijo:- Gregorio tocate algo, aunque sean los...
- Prima no me digas eso que me ibas a decir que está mu´ feo delante de la gente, que se enteran, me pierden el respeto y quedo como un carajote.
- !ay ay! no te pongas así que me das miedo, anda y dale ya!
- Niña, ¿que prisa tienes?
- Toa` la del Mundo! y no quiero hablar más.
-El tocaor pegó la oreja a la caja de la guitarra y mientras tensaba y destensaba las curedas con el fin de sacarle un sonido melódico, Macarena se distraía mirando su enorme jarra de cerveza, que ya llebaba casi por la mitad. Era de cara blanca y pelo castaño, como una montaña ,pero su mirada reflejaba la desgracia del  destino sumergido en un caos de identidad, y empuñando la enorme jarra se sentía libre, o eso parecía.Macarena vivía en muchos sitios, pero en ninguno la encontrabas y tenía amigos en todas las comarcas de Andalucía, Extremadura, Madrid,hasta llegó a Francia en la vendimia de la uva.
Aquella noche Macarena tenía ojos de duelo y su cara luchaba por ganar una pelea en su corazón, y en cuanto Gregorio le regaló la cadencia andaluza con su guitarra en forma de tres notas diferentes, la hembra solto el asa de la jarra y sin dar tiempo a terminar la primera vuelta del compás, proyectó un quejido extremecedor hasta para ella misma, y tras un respiro este cantar:
Ya no hay tiempo pa` querer,
Ya no hay tiempo para amar
y lo que antes fué suspiro
ahora es lágrima en el mar.
Al acabar la copla, los oyentes mutaron de locura al presenciar aquella mezcla de dulces y negros sonidos. Una persona de baja estatura levantose presto a evadirse del crudo momento, era Jorgito que con cara de niño se retiró para que no le viesen llorar. Los extranjeros al ver la acción de su conocido guía, siguieron en sus puestos como si no hubiera ocurrido nada, como nada sabian realmente sobre él, nada hablaban.
Tras una alegre melodía que Macarena propuso por intuición todo acabó y empezaron los cuchicheos entre las mesas de donde se hallaban los asiduos al viejo tabanco, entre tanto se acercó un hombre a la mesa donde Macarena y Gregorio se solian sentar.
- Como agradecerle, tal bellísima personalidad de este arte, eh... me quedo sin palabras...agradecerle -entusiasmado- su regalo hacia nosotros!
- No hay porqué. Dijo Macarena.
- Verá, estamos de celebración mi esposa y yó por nuestro aniversario y de veras que mi señora esposa se ha emocionado tanto que, cierto es, me ha mandado hasta aquí para darle a usted, si usted quisiera aceptar...
- Termine.
- un regalo en forma de minuta porque nosotros no sabemos expresar nuestra gratitud de otra forma en este preciso momento, le ruego que lo acepte.
- Mucha gracias señor...
-Don Carlos Tutti Mantel.
-No puedo aceptarlo, yo soy una señorita y no debo aceptar dinero de un hombre ¿sabe usted? ademas, quien se lo ha merecido es el tocaor, así que deselo al el que es el que me ha estado aguantando todo este tiempo que he cantao' y además, de na' me sirven los dineros esta noche.
El Caballero le extendió un pequeño fajo de billetes y se lo ofreció con soltura a Gregorio que, en un acto insolente alargo la mano rápido como un rayo.
- Tome usted.
- Muy amable. Añadió Gregorio.
- Les digo: nosotros vivimos a un dia de camino hacia el Oeste, a las afueras de Jundú, en el cortijo de San Miguel, así que tienen allí su casa y cuando quieran estaremos para recibirles.
- Es usted un gran hombre;-dijo Macarena. Suelo ir por esas tierras y estaré encantada de visitarles yo y Gregorio con mucho gusto.
- Como el gusto de tenerles en mi casa, y con esto mi señora esposa y un servidor nos vamos, al Hostal La Peñuela para descansar, mañana tenemos un largo viaje y los caminos estan un poco escabrosos de andar,¿verdad?
- Doy fé, si el conductor no es bueno.
Don Carlos Tutti volvió por su esposa y tras pagar la cuenta se despidió de lejos de la pareja musical.
Conforme iba sucediendo la noche los artistas y bohemios aparecían repentínamente, y entre tanto, bajo conversaciones encendidas en vino y alcohol destilado cambiaban las situaciones en este dicharachero local de tertulia.
-Macarena, voy a levantarme para estirar las piernas y regar las flores, así que toma la guitarra y no la pierdas de vista, que sin ella paso hambre.
- Anda, corre que yo te la guardo, pero no te garantizo nada, si se cae es culpa tuya.
-No me digas eso que no reparto contigo lo que nos a dao el señorito...
-Ve tranquilo y de la viruta mañana ya me daras la mitad.
Mientras que Gregorio se escabuyía de la gente Macarena miró a la concurrencia de un lado a otro del habitáculo sin mover la cabeza, y preguntándose una y otra vez que hacía en un sitio con tanta gente si lo que le apetecía en ese preciso instante era estar sola, ya lo dió todo en poco tiempo y se estaba agobiando por momentos, su deseo era librarse del agobio y respirar aire limpio.
Cuando llegó Gregorio se acercó y le dijo:
-Ahí te quedas, yo huyo de este lugar.
-Falta media hora para cumplir con mi deber, solo son la 01:00 de la mañana...
-Yo ahueco el ala, que en este tabanco la gente no para de hablar de negocios.
-Pues la solución es que sigas cantando.
-No me dá la gana, y te lo digo así porque la gente no sabe escuchar ¿no lo ves Gregoriete?.
-Solo has cantado una vez mujer, lo bueno es que hagamos un Tango de los que a ti te gustan, de Triana y ya verás.
-Te recojo luego.Dijo Macarena rápidamente.
Antes de salir el Camarero.-Quedaté y te invito a otra, !hermosura!
-Solo voy a dar un paseo, luego nos vemos guapetón.

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